Holap! bueno pues soy un chaval de 17 años. Me encanta el basket y mi gran pasión son los coches. Abro mi blog para subir algunas cosillas interesantes. Si quereis algo comentad!
miércoles, 29 de abril de 2009
Fotos de Semana Santa 2009
Recién terminada la semana santa he decidido recoger una serie de fotos que engloban y demuestran la verdadera esencia de estos días pasados. Espero que os guste.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Abadía del Monte Saint-Michel (Francia)
El Monte Saint-Michel es una comuna francesa del departamento de la Mancha en la región de Baja Normandía. Situado sobre un promontorio rocoso en el estuario del río Couesnon, debe su nombre a la abadía consagrada al culto del arcángel Saint Michel (San Miguel) y cuyo nombre en latín durante la Edad Media era «Mons Sancti Michaeli in periculo mari».
Esta isla es igualmente el centro natural, a falta de ser el centro geográfico, del pueblo de Monte Saint-Michel, perteneciente al cantón de Pontorson, en el departamento francés de la Mancha.
La arquitectura prodigiosa del monte Saint-Michel y su bahía lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandía y uno de los primeros de Francia, con unos 3.200.000 visitantes cada año. Una estatua de San Miguel colocada en la cumbre de la iglesia abacial se erige a 170 metros por encima de la orilla.
Los numerosos edificios del lugar son clasificados, individualmente, en calidad de monumentos históricos (la iglesia parroquial desde el 1909, por ejemplo) o inscritos en el inventario suplementario de los monumentos históricos.
Declarado monumento histórico en 1862, el Monte Saint-Michel figura desde 1979 en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.
Esta isla es igualmente el centro natural, a falta de ser el centro geográfico, del pueblo de Monte Saint-Michel, perteneciente al cantón de Pontorson, en el departamento francés de la Mancha.
La arquitectura prodigiosa del monte Saint-Michel y su bahía lo hacen el sitio turístico más concurrido de Normandía y uno de los primeros de Francia, con unos 3.200.000 visitantes cada año. Una estatua de San Miguel colocada en la cumbre de la iglesia abacial se erige a 170 metros por encima de la orilla.
Los numerosos edificios del lugar son clasificados, individualmente, en calidad de monumentos históricos (la iglesia parroquial desde el 1909, por ejemplo) o inscritos en el inventario suplementario de los monumentos históricos.
Declarado monumento histórico en 1862, el Monte Saint-Michel figura desde 1979 en la lista del patrimonio mundial de la Unesco.
La guerra por el Coltan
Para muchas personas la palabra coltan es tan extraña como incomprensible. No es en sí un nuevo vocablo. Es la combinación de dos palabras, que corresponden a sendos minerales: la columbita y la tantalita, de los que se extraen dos metales más apetecidos que el oro. Si tenemos en cuenta que estos metales están considerados altamente estratégicos y añadimos que el 80 por ciento se encuentran en la República Democrática de Congo, empezaremos a vislumbrar por qué hay una guerra en este país desde el 2 de agosto de 1998, por qué dos países africanos, como Ruanda y Uganda, ocupan militarmente parte del territorio congoleño y por qué, a la postre, han muerto ya más de dos millones de personas. Y es que el coltan es un metal esencial para el desarrollo de las nuevas tecnologías, las estaciones espaciales, las naves tripuladas que se lanzan al espacio y las armas más sofisticadas.
No hace falta tener muchos conocimientos de derecho internacional para afirmar que esta guerra constituye la mayor injusticia, a escala planetaria, que se está cometiendo contra un Estado soberano. En las últimas décadas la historia nos ha deparado tristes ejemplos de asalto y hasta de ocupación militar de un país independiente. Irak invadió Kuwait y Estados Unidos hizo lo propio en Granada, aunque con resultados distintos. Se han bombardeado países, como Afganistán e Irak, amparados en un dudoso respaldo de la ONU. Pero lo que no se había hecho, desde la invasión de países europeos por la Alemania de Hitler, era la ocupación pura y dura de un territorio, para aniquilar a miles de ciudadanos y explotar, al mismo tiempo, los recursos minerales del país ocupado. Esto es lo que está ocurriendo en la República Democrática de Congo. Lo que añade gravedad a esta piratería es la pasividad de la comunidad internacional. A quienes nos duelen todas las opresiones, nos sobrecoge este desprecio a una parcela de la humanidad, doblemente ultrajada.
Ya nadie puede ignorar que la guerra que padece la República Democrática de Congo tiene como causa la depredación de metales preciosos y recursos estratégicos. Con ellos se enriquecen unos cuantos y se financia la propia guerra. Los culpables son muchos. Según un grupo de expertos de Naciones Unidas, que elaboró un informe sobre la guerra en este país, el Ejército Patriótico Ruandés (APR) ha montado una estructura ad hoc para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Se han creado varias empresas mixtas entre los negociadores europeos del coltan y miembros del APR y del círculo de personas cercanas al presidente ruandés Paul Kagame.
No hace falta tener muchos conocimientos de derecho internacional para afirmar que esta guerra constituye la mayor injusticia, a escala planetaria, que se está cometiendo contra un Estado soberano. En las últimas décadas la historia nos ha deparado tristes ejemplos de asalto y hasta de ocupación militar de un país independiente. Irak invadió Kuwait y Estados Unidos hizo lo propio en Granada, aunque con resultados distintos. Se han bombardeado países, como Afganistán e Irak, amparados en un dudoso respaldo de la ONU. Pero lo que no se había hecho, desde la invasión de países europeos por la Alemania de Hitler, era la ocupación pura y dura de un territorio, para aniquilar a miles de ciudadanos y explotar, al mismo tiempo, los recursos minerales del país ocupado. Esto es lo que está ocurriendo en la República Democrática de Congo. Lo que añade gravedad a esta piratería es la pasividad de la comunidad internacional. A quienes nos duelen todas las opresiones, nos sobrecoge este desprecio a una parcela de la humanidad, doblemente ultrajada.
Ya nadie puede ignorar que la guerra que padece la República Democrática de Congo tiene como causa la depredación de metales preciosos y recursos estratégicos. Con ellos se enriquecen unos cuantos y se financia la propia guerra. Los culpables son muchos. Según un grupo de expertos de Naciones Unidas, que elaboró un informe sobre la guerra en este país, el Ejército Patriótico Ruandés (APR) ha montado una estructura ad hoc para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Se han creado varias empresas mixtas entre los negociadores europeos del coltan y miembros del APR y del círculo de personas cercanas al presidente ruandés Paul Kagame.
miércoles, 14 de enero de 2009
San Benito de Nursia
Hubo un hombre de vida venerable, por gracia y por nombre Benito, que desde su infancia tuvo cordura de anciano. En efecto, adelantándose por sus costumbres a la edad, no entregó su espíritu a placer sensual alguno, sino que estando aún en esta tierra y pudiendo gozar libremente de las cosas temporales, despreció el mundo con sus flores, cual si estuviera marchito. Nació en el seno de una familia libre, en la región de Nursia, y fue enviado a Roma a cursar los estudios de las ciencias liberales. Pero al ver que muchos iban por los caminos escabrosos del vicio, retiró su pie, que apenas había pisado el umbral del mundo, temeroso de que por alcanzar algo del saber mundano, cayera también él en tan horrible precipicio. Despreció, pues, el estudio de las letras y abandonó la casa y los bienes de su padre. Y deseando agradar únicamente a Dios, buscando el hábito de la vida monástica.
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